viernes, 6 de septiembre de 2013

11 de setiembre. Día del Maestro




Historia Argentina


 DOMINGO. F. SARMIENTO (1811-1888)



Un encuentro con Sarmiento
Como toda la gente importante, Sarmiento es una figura muy respetada y también muy discutida. Porque hizo y dijo muchas cosas, con las que se puede estar o no de acuerdo. En esta “entrevista”, enterate de qué pensaba y fijate qué tan de acuerdo estás vos....


Domingo Faustino Sarmiento nació en 1811, en San Juan. Aprendió a leer de corrido a los cuatro años, de la mano de su padre y de su tío. Asistió a la “Escuela de la Patria”, pero prácticamente no fue ni a la escuela primaria ni a la secundaria: entonces se convirtió en autodidacta. Cuando era todavía muy joven, comenzó a administrar la tienda de campo de su tía, Angela Salcedo, mientras leía sin parar.
Entrevistador: ¿Es verdad que le gustaba tanto leer?
Sarmiento: La Historia de Grecia la estudié de memoria, y la de Roma; y esto mientras vendía yerba y azúcar, y ponía mala cara a los que me venían a sacar de aquel mundo que yo había descubierto para vivir en él. Por las mañanas, después de barrida la tienda, yo estaba leyendo, y una señora pasaba para la Iglesia y volvía de ella, y sus ojos tropezaban siempre con este niño inmóvil, sus ojos fijos sobre un libro, por lo que, meneando la cabeza, decía en su casa: “¡Este mocito no debe ser bueno! ¡Si fueran buenos los libros no los leería con tanto ahínco!”.
Entrevistador: Usted casi no fue a la escuela. ¿Por qué, entonces, las escuelas le parecen tan importantes?
Sarmiento: Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Todos los pueblos han tenido siempre doctores y sabios, sin ser civilizados por eso. Son las escuelas la base de la civilización.
Entrevistador: ¿Y qué significa educarse para usted?
Sarmiento: Educarse es simplemente ser un hombre libre.
Entrevistador: Se dice que a usted no le gustaban nada los gauchos...
Sarmiento: La vida del campo ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas, no las de la inteligencia: es fuerte, altivo, enérgico. Sin ninguna instrucción, sin necesitarla tampoco, sin medios de subsistencia, como sin necesidades, es feliz en medio de su pobreza y de sus privaciones, que no son tales, para el que nunca conoció mayores goces, ni extendió más altos sus deseos.
 

Entrevistador: ¿Y por qué piensa usted que son así?
Sarmiento: La necesidad de manifestarse con dignidad, que se siente en las ciudades, no se hace sentir allí, en el aislamiento y la soledad. Las privaciones justifican la pereza natural. La sociedad ha desaparecido completamente; queda sólo la familia aislada; y no habiendo sociedad reunida, toda clase de gobierno se hace imposible, la policía no puede ejercerse y la justicia civil no tiene medios de alcanzar a los delincuentes.
Entrevistador: ¿Y qué habría que hacer para ayudar a esa gente?
Sarmiento: Todos los problemas son problemas de educación. Si peleamos por la educación, venceremos a la pobreza.


Temas destacados
Un capataz loco
En 1831, con sólo veinte años, Sarmiento debió partir hacia Chile por no compartir las ideas del entonces gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Durante su exilio fue escenógrafo, minero, mozo, periodista... También trabajó en una chacra cuyo dueño comentó una vez: “Tengo un capataz loco que se pasa horas leyendo en voz alta entre los árboles. Cuando se le pregunta qué lee, dice que está estudiando para ser presidente de la Argentina”.


Pequeña trampa
En 1845, Sarmiento publicó en Chile “Facundo”, su libro más famoso. Rosas había prohibido que en nuestro país se leyeran las cosas que él escribía pero Sarmiento logró esquivar la prohibición: hizo entrar decenas de ejemplares en un paquete rociado con Azafétida, un medicamento de un olor horrible, acompañado por una carta en la que decía que contenía medicamentos contra la coqueluche (una enfermedad muy contagiosa). Ningún empleado de correo se atrevió a abrirlo y así comenzaron a circular los primeros ejemplares de Facundo en nuestro país.


A favor
de la gramática
En 1856 Sarmiento era Inspector General de Escuelas, llegó a un establecimiento y comprobó que los alumnos estaban “flojos” en gramática, así que se lo hizo saber al maestro. Éste le respondió que no creía que fuesen importantes los signos de puntuación. “¿Que no? Le daré un ejemplo”, retrucó Sarmiento. Tomó una tiza y escribió en el pizarrón”: “El maestro dice, el inspector es un ignorante”. “Yo nunca diría eso de usted, señor Sarmiento”, se defendió el maestro. “Pues yo sí”, respondió el inspector tomando una tiza y cambiando de lugar la coma. La frase quedó así: “El maestro, dice el inspector, es un ignorante”.
Si querés leer más....podés visitar este link...
http://www.me.gov.ar/efeme/sarmiento/

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